"Toda la vida es sueño y los sueños, sueños son" dijo aquel poeta. Calderón de la Barca que en tus décimas dijiste lo que todo humano quisiera descubrir. He vivido un sueño. De tan vívido se volvió un recuerdo, de tanto recordarlo sigo vivo. Huelgan los versos esta noche, la prosa exclama mi deseo. Fui otro, fui aquel que se despierta envuelto en su riqueza y se descubre en su propio reino. Vil prueba de la que no quisiera despertar.
Salí volando a su encuentro, rostro de mil risas, cejas arqueadas, tez trigueña y mirada cómplice. Noche oscura que guarda el secreto de haberte conocido muy de cerca. La anécdota de mi torpeza, de tu decisiva voluntad de ponerle entusiasmo a toda la velada. Tus palabras cargadas de interés y tu interesante postura en cada palabra. El ensueño me invadía repleto de una atmósfera perfecta, inentendible, liviana sencillez, goce estético y dialógico. Serenidad. Serotonina. Un baile de dos cuerpos que nunca llegan a tocarse, pasos lentos en una búsqueda de ritmo y de armonía. Caricias, besos, frenesí, desahogo y el silencio. Un silencio atroz que anticipa el despertar. Algunas otras risas, una tenue despedida y, entonces, un lunes caótico. El despertar de aquel esclavo que no recuerdo bien quién era. Si un soñador o el príncipe añorado.
Toda la vida es sueño. Y aquí estoy intentando volver a soñar con el desánimo de no saber componer en décimas. A ver si acaso en prosa puedo descubrir algún misterio.