Imagine la lógica de un videojuego. No hay tiempo para quejarse de las gráficas ni de las especificaciones necesarias para que corra de manera fluida. Usted es el personaje principal, esto es opcional, puede dejarle las tareas más duras a alguien más y vivir livianamente como un personaje secundario. A menudo, tomo esta determinación, no me esfuerzo lo suficiente y ando tras bambalinas, total es un juego que no se gana, no es una competencia, no es de modalidad todos contra todos, pero sigue siendo como un videojuego.
Elija qué tipo de héroe le gustaría ser. Puede elegir de esos que van al frente, que se chocan contra todo y no miden mucho los niveles de vitalidad, total son duros, son robustos, aguantan todas las piñas, se divierten en la muchedumbre, se mezclan, se golpean, se lastiman y viven así. Lo disfrutan, les gusta, los llena de fuerza y de ganas, se ríen y se desangran, pero viven así, son ese personaje. Es su modus operandi, es su estrategia y su capacidad, es su manera de enfrentar los problemas de la vida, a cada nivel una guerra distinta y un combate cuerpo a cuerpo con la dificultad. Si ese no es su estilo predilecto, también podría utilizar otro tipo de personaje, de perfil más tranquilo y meditabundo, elegir qué peleas disputar, cuáles evadir y cuáles posponer. Podría convertirse en una especie de mago o de nigromante, utilizar fuerzas ajenas y estrategias de simulación, de engaño, de desdramatización. Usted podría vivir a la manera dadaísta, que nadie le comprenda, pero que todavía pueda superar las vicisitudes que ponen en riesgo su vitalidad. Más allá de estos ejemplos, puede construir su propia caracterización, un pícaro, una amazona, un druida, una campeona, un arquero, un sabio, un camello, un niño, un super humano, una cucaracha gigante o simplemente un hombrecillo. El asunto es lo que sea capaz de hacer para jugar.
Seleccione firmemente sus acompañantes, sus co-jugadores, su segunda vida, sus asistidores, los demás héroes que van a acompañarlo en el desafío. Recuerde que tienen sus propias habilidades, usted no podrá intervenir en ellas, no podrá cambiarlas, no podrá modificar sus características, a lo sumo serán moldeados a partir del vínculo que generen durante la partida. Cada quién enfrenta sus propios desafíos, enfrenta enemigos con debilidades y fortalezas diferentes, poseen habilidades distintas. Ellos darían por usted parte de su vitalidad. Ellos podrían aumentar su fortaleza y ayudarlos a solventar problemas en el camino. Cada héroe que elija como personaje secundario de su arcade podría significar un cambio radical en el nivel de dificultad de todo el videojuego. No se aproveche, sea justo de lo contrario podría tornarse aburrido el desafío, la trama.
No olvide que los niveles de dificultad van cambiando. Imagínese si usted juzgara a su personaje de hace varios niveles atrás, que todavía no se había desarrollado con las habilidades que usted posee hoy. E incluso, no piense en desafiarse a personajes finales de niveles superiores si todavía está aprendiendo los controles básicos o el ritmo correspondiente al mejor desempeño. No se frustre, no se apure, respete su crecimiento, reconozca su capacidad y los atributos que tan noble camino le han facilitado.
Hacia el final del videojuego podría pensar que la partida se ha acabado. No hay que lamentarse, nada le asegura que no hayan más vidas, nuevas oportunidad, mayores desafíos. Y aunque no lo hubieran, ¿no sería la singularidad de la misma la que la carga de sentido? Imagine un personaje que llega al último nivel para darse cuenta que todavía le faltan infinitos. ¿Un libro que jamás se terminará de leer tiene sentido? ¿un videojuego para siempre? ¿no disfrutamos el descanso al final del día? La última batalla podría llegar antes de lo que pensamos y eso no tiene que quitarnos la tranquilidad de haber dado nuestro mejor esfuerzo. Si no jugamos el juego, nunca hubiéramos sabido de aventuras.