Tome su vida, borre todos los conflictos.
¿Parece imposible? Bien. Primero empiece por los más pequeños, aquellos que parecen ínfimos. Al despertar haga la cama. Sí, suena estúpido. Pero inténtelo. O incluso, empiece la noche anterior: piense en que mañana va a borrar de su vida todos los conflictos. Propóngase despertar y no iniciar nuevos altercados. Esté de acuerdo con todo el mundo aunque no comulgue sus ideas. Eso hacen los abuelitos. Llegan a una edad en la que se hacen los sorprendidos. Se comen el papel que empezaron a jugar los últimos años. La noche anterior piense en evitar la confrontación y borrar todo conflicto existente. Diga que sí, que es todo un tema. En su jornada laboral cumpla y salude amablemente. Adhiera a las quejas sobre los lunes y sobre lo que falta para salir, aunque mañana deba regresar. Comente lo caro que está todo y sueñe alegremente con las dos semanas de vacaciones que tiene una sola vez al año. Acepte la palmada de su jefe o la aprobación de su jefa. Almuerce mal y por mucha plata. Vuelva a casa y piense en que va a limpiar el fin de semana. Quizás el domingo. Recuéstese con su mascota y olvide por un rato el mundo. Perdone a sus malos amigos y haga planes con los buenos. Revise la agenda de los cumpleaños y acepte complacidamente las invitaciones a cada festejo. Extrañe a sus padres y pídales perdón por ser un adulto, por ya no ser un niño. Lave la ropa y deje secar los malos recuerdos. Desista de los proyectos que no le hacen feliz. Nada debe hacerse. Ponga linda música, bajita, tampoco exagere, no es domingo ni menos sábado a la noche. Sonría porque está vivo en la misma época que tantos escritores anónimos. Sonría porque puede leer a tantos escritores consagrados. Sonría por todos los escritores que vendrán. La paz a veces se encuentra en las historias. Escriba su propia historia. Deje su propia huella. Escriba los conflictos que más le sacudieron, dele una pizca de ficción, no exagere, que todavía sea su historia. Escriba y olvídese de los problemas. Escriba hasta tarde, pero antes de irse a dormir, no lo olvide, propóngase algo para el día siguiente. Piense en hacer la cama o en ver a sus seres queridos, o en disfrutar la luz del sol, o en leer un buen libro. A veces la paz está en ese intervalo, en ese pasaje, en ese camino. Nunca está al final, siempre la paz está ahí a unos pocos pasos. Basta con empezar a recorrerlos.