Todos estamos completamente solos. Lo que nos sucede como experiencia material a todos, deja un efecto de sentido propio en cada uno. Lo que me sucede a mí no le pasa a usted; y viceversa. La empatía aparte de una palabra de moda es un horizonte inaccesible, parecido a la esperanza. Puede que la empatía también sirva para caminar, al lado de otros, mirándolos de costado o a los ojos, pero nunca adentro. Porque aunque yo le insista como me siento, usted no adivina, apenas supone; y viceversa. Todo el tiempo estamos suponiendo, nadie puede saber lo que otro siente, porque el que siente es el otro.
Estas instrucciones podrían hacerle sentir todavía más solitario. Esto no es una advertencia, sino todo lo contrario. Solamente cuando alcance plena conciencia de su singularidad, es que podrá empezar a recorrer el camino del encuentro con el otro. Siéntese a contemplarse y podrá tener la templanza para contemplar a quien sea. Soporte su propio ser en la plenitud del silencio y nadie podrá perturbarlo nunca. Hágase su mejor amigo y entonces no va a precisar contentar a cualquiera. Dese ayuda y así evitará a los embusteros a quienes mueve la codicia. Resguarde sus penas y evitará así a los chismosos. Aprenda a llorar sobre su hombro y cuando le ofrezcan uno sabrá valorarlo como corresponde. La soledad es una gran escuela de humanidad. Es el único curso sin horarios ni docentes. Es la mayor compañera aunque parezca una burla o una joda.
Imagine el último momento de su vida; ¿qué es aquello en lo que pensaría? Probablemente su soledad se deba a la imposibilidad de cumplir aquello que se propuso. Lo que mueve la vida es lo que mueve la felicidad, lo que mueve la felicidad es la plenitud, lo que mueve la plenitud es el objetivo. La parálisis de la soledad es la falta de actividad por determinado objetivo. No salga corriendo: acomode sus actividades.