Este era un joven que amaba escribir, todo lo que hacía era vivir para ello, para su obra artística, su relato. Él escribía constantemente, a toda hora, en todo momento, en medio de una plazoleta, en su habitación, en una terminal de colectivos, en el parque, en los ascensores, en los colectivos, en todas partes. Hacia de la escritura un hábito, una costumbre, una filosofía que llevaba adelante con placer y talento. Cada vez que escribía el mundo que lo rodeaba se iba lejos, desaparecía por un instante y él, simplemente, se sumergía en lo profundo de la trama, de su historia contada, de lo que iba descubriendo a cada palabra, a cada simple oración, a cada párrafo que se esparcía por la enormidad del papel en blanco. Mientras escribía el mundo se iba para siempre por un instante efímero, por una décima de segundo, nada existía, nada era, sólo su literatura y lo que en ella acontecía.
La gente a su alrededor lo observaba absorto en su escrito, yendo y viniendo en cada trazo de bolígrafo, como si fuera el dios de cada cuento narrado en las páginas de su anotador, como si estuviera sirviendo a un sinfín de personajes que gozaban de la vida cedida por su autor, como si advirtiera con su atenta mirada la independencia de los sucesos en la narración y de cada ser que allí desempeñaba cierto papel fundamental en la trama. Todos cumplen un papel fundamental en la trama, algunos aún sin saberlo.
Esto el escritor lo sabía y elevaba todavía más sus niveles de atención mientras escribía. "Todos cumplen un papel fundamental en la trama, algunos aún sin saberlo" se decía. El joven ingenioso escribía acerca de todo lo que pasaba en su entorno a pesar de estar muy involucrado en su actividad literaria. Muchas veces escribió sobre cómo su padre tenía las respuestas para todo, a excepción de cómo mejorar su situación económica. Por momentos redactaba extensas historias de amor inspiradas en sus propios fallos y el dolor que el desamor le había dejado. Describía a sus personajes brindando características similares a la gente cercana, de esto sus conocidos jamás se enteraban. Por medio de la escritura involucraba a todo el mundo arrojándolo sobre una hoja en blanco, entre decenas de líneas rectas horizontales. Este sujeto usaba a la gente, tomaba de ellos lo que quería y se encargaba de inmortalizarlo en unos cuantos signos gramaticales. Todas sus experiencias se acomodaban a una sintaxis determinada. Lo que escuchaba terminada en un nuevo orden semiótico en sus cuentos. Sus vivencias formaban parte de un nuevo discurso escrito con algunos recursos estilísticos que le daban color o, a veces, una cierta escala de grises.
Una vez escribió la historia de una persona conocida. Lamentablemente el escritor es un ser disconforme con su estilo. "Una obra difícilmente estará acabada, solamente abandonada", decía. Jamás estaba conforme, simplemente se acepta el hecho de no poder ir más allá por cuestiones inherentes al tiempo y la responsabilidad social, entonces lo abandona. Estas razones hicieron que se deshiciera de su escrito en algún lugar de los que visitaba, quizás un parque, quizás una plaza, lo importante es que hizo con su trabajo un bollo de papel y lo arrojo al cesto de basura. Este fragmento, olvidado y desbarrancado de la compañía de otros relatos nacidos por el mismo dios, terminó en las manos de una amiga del joven escritor quien, casualmente (todos cumplen un papel fundamental en la trama, algunos aún sin saberlo), había llegado al lugar y dado con el mismo cesto al que iba a arrojar un envoltorio de alfajor de chocolate, y se dispuso a leer el escrito del joven una vez que lo hubo retirado de ese destino que lo hubiera dejado olvidado para siempre en la basura.
Esta joven lectora supo en quien había sido inspirada la historia y sintió la necesidad inmanente de ir a buscarlo. Otro día el escritor estaba en un columpio de algún espacio público dedicado al ocio y al pasatiempo, se acercó la joven lectora e indagó al autor por su comportamiento tan particular. “Usas a las personas”, manifestó, “¿con qué derecho crees que puedes ir por doquier narrando nuestros hechos y aventuras como si fueran creación de tu mente e imaginación?”. El joven escritor no podía dejar de escribir, no debía o no quería. Sea como sea, él continuaba con su escrito que había comenzado minutos antes cuando se hubo sentado en el columpio. Él sin mirarla le dijo “todos cumplen un papel fundamental en la trama, algunos aún sin saberlo”. Ella estaba algo molesta ya que se sentía ultrajada, ¿quién puede asegurar que el escritor no la haya utilizado en otra de sus obras, o le haya quitado sus características físicas para dárselas a alguna de sus personajes, o quizás le haya puesto su propia sonrisa a una antagonista de cualquiera de sus relatos?, “yo quiero ser, al menos, la protagonista”, pensaba ella. “¿Qué derecho tiene usted para arrebatarme todo mi mundo y crear uno paralelo a costa del mío? ¿no soy yo la original de mi propia historia? ¿por qué con su bolígrafo me lleva al lugar que mejor le parece o le conviene? ¿por qué me hace esto? ¿no tengo yo la facultad humana para valerme por mí misma? ¿estoy destinada a ser un objeto de su autoría al igual que los demás?”, decía ella mientras lo miraba fijamente.
“¡Nuevamente está ahí, escribiendo! ¡¿quién sabe cuál será esta vez la persona que será presa de su narración?! ¡a usted le encanta manipular a las personas con su escritura! ¡al menos dígame sobre qué escribe!”, le gritó desesperada. El joven escritor sin levantar la mirada le dijo; “señorita lectora, no se altere, le diré que escribo...” su voz era como la misma frescura del mar. “Estoy escribiendo sobre una persona que lee un escrito cualquiera, un día cualquiera, a una hora cualquiera", explicó. "Ésta persona que lee no sabe que es un personaje más de la historia que el autor minuciosamente fue hilando hasta llevarlo a convertirse en partícipe activo de la obra leída" dijo. Comienza entonces esta persona a darse cuenta que, evidentemente, el autor utiliza a las personas, a su entorno e incluso a la persona que lo lee. "En mi escrito la persona está leyendo esto ahora mismo", aclaró. Esta persona se resigna al darse cuenta, finalmente, de verdad, que todos cumplen un papel fundamental en la trama, algunos aún sin saberlo.
2014