- ¡Mentiras, mentiras, lleve sus mentiras!
- ¿Qué está haciendo?
- ¿No lo ve? Vendo mentiras.
- ¡Lo veo! Pero, ¿qué son o para qué sirven?
- ¿Las mentiras?; para lo que usted quiera. Mire.
- ...
- Tengo estas para conquistar al amor de su vida. También acá hay una colección completa para que su entorno piense que usted es exitoso. Hay algunas, son pocas eh, de uso personal, usted se lleva dos y se cree feliz y realizado. También tengo mentiras para regalar a seres queridos, decirles que todo estará bien, o incluso a sus enemigos, para que se vayan conformes con la mentira que usted le obsequió. En verdad son muy útiles, y esto no es una mentira, ya que me niego a utilizar los productos que vendo. Imagínese sí yo vendiera mentiras, mintiéndole, usted llegaría a creer que las puede usar gratis y no, todo tiene un precio. ¿De qué voy a vivir?
- ¿Y usted me asegura que funcionan? O sea, si yo ando por ahí usando las mentiras que usted me vendió, cómo sabe que la gente las va a creer.
- ¡Entiendo! Y no se preocupe. Estas son mentiras profesionales, nada de palabrerío, esto es la mentira justa, además bien dicha, casi que se parece a la Verdad. Para que usted confíe, déjeme decirle que he vendido las mentiras más famosas de este querido país. Por ejemplo, ¿se acuerda del "no los voy a defraudar"? Adivine quién se la vendió al portador. O por ejemplo, "las vamos a recuperar" hace como cuarenta años, así es, pero bueno esas salieron caras. Después de eso no vendí una mentira por largo rato.
- ¿Y últimamente vendió alguna así famosa?
- Pfff... Me vienen comprando un montón en esta época. Habrá escuchado por ahí "somos el cambio que necesita la Argentina", o "vos podés ser libre sin la presencia del Estado", esas son buenas porque usan motivos sensibles acompañados de los acontecimientos económicos. A veces, con la mentira no basta. Pero bueno, yo no tengo tanto capital como para vender cosas tan grandes y sofisticadas.
- Qué interesante, a ver, déjeme elegir una para mí y si me sirve vuelvo por otra.
- La que usted quiera. ¿Esa le parece bien?
- Esta me gusta. Me la llevo, ¿cuánto es?
- Cuatro años.
- ¿Cómo qué cuatro años? ¿de qué?
- Usted se está llevando una mentira muy grande. Le va a costar pagarla con cuatro años de lucha, de crisis y de incertidumbre.
- Uy... No sé si arriesgarme. Mejor me quedo con la poca verdad que nos queda. Tome, le agradezco. Llévese sus mentiras a otra parte.