En este estado soy un niño dando una clase de álgebra. Puedo intentarlo mucho y ponerle mucho entusiasmo, pero no hay manera de que me entiendan. Porque en cierta forma no sé nada. La contradicción es parte complementaria de la verdad del lado oscuro del universo. Es la superestructura que nos falta. Nuestro tercer acto. Como odiamos el sinsentido: lo aborrecemos. Le ponemos una mala nota. Así es que vedamos los ojos a la verdad.
Recuerdo el entusiasmo de mi docente de lógica. Todavía en el día de su cumpleaños nos decía que amaba estar dando clases. En el sector privado te dan libre el día de cumpleaños. Por eso amamos la contradicción, porque es la paradoja, la muestra clara de que la vida no tiene sentido y eso es lo que le da sentido. La contradicción es parte de nuestra realidad. Estamos hechos de contradicción por eso no podemos negarla. Porque si la negamos estamos negando nuestra vida.
El animal que lucha por sobrevivir es el que vive. El que no vive no lucha. Pero el que lucha va a morir. La contradicción es la naturaleza. Nos da vida y nos hace destruirnos. La contradicción es nuestro verdadero Dios. Y cómo creamos otro: lo negamos. Lo negamos dos veces: creyendo y no creyendo. Porque ambos son falsos y eso hace que uno sea verdadero. Ahí otra contradicción: la creación.
No se olviden que soy solo un niño, yo ya me olvidé.