Él es el “don señor” más tierno
el de agudas patas con uñitas
el del yelmo marrón de hierro
que protege de fiel caballero, su cabecita.
El lleva entre esas plumitas exaltas
el más puro corazón latiendo
se enfrentó a otros aves más altas
por defender su nido
y haciendo batir sus opacadas alas
los viles alados fueron partiendo.
Un graznido se oyó de lejanías
y de la rama se fue cayendo
abriendo en par sus suaves alas
y dibujando su pequeño cuerpo
a través del aire, a través del viento
en el enorme azul del cielo.
Se desplazó como el rayo rompiendo
el vacío silencio con la celeridad
de su anhelo sin dejar lugar al tiempo.
Esos graznidos eran un sentimiento
manifestado por la necesidad
de algún acompañamiento
que alejara la cruel soledad...
Antes de acercarse más
pasó por entre cien rosas
y preguntó quien era entre ellas
acaso la más hermosa...
No respondieron ninguna
pero se acercó una mariposa
diciendo “busca la bella azul rosa
que se eleva en la grande fosa".
Allí voló el avecilla
con su pulmones a fuego
con sus patitas sin suelo
con sus deseos a pleno.
Rescató de entre nubarrones
obscuros la brillante rosa celeste
fuerte que resplandecía
como si puros bio-luminarios encendiese...
Encontró a su avecilla
privada de la compañía
de la calidez en otoño
entregó a la nueva enamorada
el recién rescatado retoño
¡la gran flor azulada!
¡Oh, tan divino tesoro!
Juntos visitaron la arbolada
y siguieron del amor, el protocolo.
11/01/2013