Es domingo y hace mucho frío. Se propuso limpiar la casa los fines de semana. Porque así es imposible, con los pelos de las mascotas y la mala costumbre de dejar la ropa tirada en cualquier lado. El asunto es que todo eso lo apabulla. Lo obnubila. Le quita el sentido de descanso al domingo. Usted se pregunta si realmente vale la pena ponerse a limpiar. Convengamos -dice- que somos un accidente minúsculo en el universo y nada tiene importancia. Es domingo y hace mucho frío. Mi amigo Matías dice que el universo está a -270°. Y un montón de cosas más que no le entiendo muy bien. ¿Así qué sentido tiene ponerse a barrer, y a trapear, y a sacar la basura entre las 19 y las 21?
Mi vieja me decía -¿no sabés qué hacer?, ponete a limpiar-. En ese momento no me quedaba otra. Hagamos de cuenta por un momento en que todo se detiene. La búsqueda del sentido, el paso del tiempo, la minúscula vida que se nos fue otorgada como especie. Usted se levanta de la cama, o de la silla, o del sofá y pone música. No importa el género, lo que importa es que le haga sentir algo, podría ser música Electrónica muy comercial, nada de esos sets de dos horas y media; o podría ser también Salsa, asegúrese de que sean los temas clásicos de Centroamérica, nada de cumbia tocada con panderetas; o puede ser cumbia también, lo importante es que le haga bailar, y si no sabe, cualquier movimiento gracioso es bienvenido.
Usted ahora está bailando con gracia, es mejor que nadie lo vea, porque podría intimidarlo. Cuando haya aumentado un poco el calor del cuerpo, se haya desoxidado su motricidad y, de repente, deje de pensar en que es domingo, hace mucho frío y que la vida no tiene sentido, entonces levante las sillas del suelo y póngase a barrer. Mientras esto sucede, va a empezar a reflexionar con menos pesimismo. No sé si será por la música, por el baile, o porque aquí dentro no hacen -270° como allá afuera. No lo sabe usted, yo tampoco, quizás lo sabía mi vieja y por eso me animaba a ponerme a limpiar. Para que las cosas sean distintas.
Usted acaba de barrer el living, y la cocina, y la habitación. Tuvo discusiones con su mascota para que se quede en algún lugar de la casa. Reflexionó sobre algunas cosas que sucedieron en la semana, o que van a suceder (usted cree) en la próxima. Tome el balde y vierta agua en él, también un poco de producto de limpieza. No exagere. Recorra las habitaciones como la Tierra recorre el espacio exterior. Como si fuera parte de algo más grande. Como si su tarea tuviera algún sentido, para usted, para otros. Hágalo en partes iguales dejando un rastro prolijo de agua limpiando el piso, o hágalo completamente desordenado, sea el caos, salpique aquí y allá, siéntase un creador, siéntase naturaleza en su estado más puro. No deje de reflexionar. Piense que luego va a escribirlo, o comentárselo a alguien. Esa persona probablemente piense que usted finalmente enloqueció. Piense en no decírselo a nadie.
El ventilador es un buen aliado cuando queremos secar el piso que acabamos de fregar. Pero es invierno, y es domingo, y hace mucho frío. Vaya al baño y piense -tengo que contratar a alguien para que haga este trabajo-. Sumerja su mano en el lavatorio, pase el cepillo, piense que utiliza demasiado cloro, siga por la bañera, el bidet y deje un resto de orgullo para el inodoro. Pase la mano, el cepillo y el producto por el inodoro y reflexione -todos los presidentes deberían lavar su inodoro para que no se les suba el poder a la cabeza-. Levántese y siéntase orgulloso. Usted es capaz de limpiar su propio inodoro.
Enjuague todo. Piense que tal vez el conocimiento es como el producto de limpieza. Viene a quitar la ignorancia, y entonces, usted ahora ve las cosas con mayor claridad. Pero también debe echarle agua para que se lleve el resto. Tal vez el conocimiento no sirva para nada si solo nos permitimos ver, pero no nos enjuagamos con agua para observar, para entender mejor.
Dese un descanso mientras se seca el piso. Siéntase alivianado. Ya falta poco para que termine el domingo, no se siente tanto el frío, de hecho ha entrado un poco en calor. Y ya no le importa tanto el sentido de todas las cosas porque usted ahora tiene la casa limpia.