Hoy te vi por la calle, ibas apurada, esquiva.
No me animé a mirarte a los ojos, traté de disimular.
Más tarde, dudaste para cruzar la calle y yo
que iba a ese ritmo de siempre,
cómo las viejas teclas de un piano
en sus últimas notas musicales,
ronco y apagándose de a poco
y sin nadie que volviera a interpretarme.
Doblaste la esquina y apenas recuerdo
tus tatuajes, tu pelo azul y ese ritmo apurado.
Cómo escapando de todos los lugares,
de todas las posibilidades,
de todos los encuentros
para nunca más volverte a ver.
Ahora, nada más quería venir acá, arrancarme el silencio,
mirar bien a los lejos y poder confesar que hoy
después de tantos intentos y de tantas veces,
de tanto pensar que no existías, hoy,
este mismo día que ya nunca va a volver a repetirse, hoy,
antes y después de esta poesía...
Te vi.