Hoy me entregué a la fatalidad del infortunio
apagué las luces, silencié la música, me dejé caer
quería ponerle una pausa a todas esas sensaciones
que me tenían en vilo, amenazaban con ganarme.
Me estacioné a un lado del camino y miré la noche
contemplé el silencio, me llené de bosques,
respiré profundo, esbocé una lagrima,
me dejé llevar por la angustia, la dejé tomarme.
Me sentí perdido, asfixié mis ganas,
claudiqué mis fuerzas, elevé un suspiro,
me dejé llevar hacia el infinito, me fui
por cada uno de mis miedos, fui rendido
a enfrentarlos aunque esté perdido.
Me choqué el pasado, con los mismos golpes,
con los mismos miedos, con la misma suerte,
Miré hacia el techo buscando un norte
me encontré un blanco eterno casi tan inerte
como mi esperanza, como mi delirio,
de volver con ganas a este gran suplicio
al que llaman vida, al que llaman muerte.