Es como el aleteo de una mariposa:
pero del otro lado de mi mundo lo que hay es un huracán que susurra tu nombre.
Y se lo lleva todo por delante, hasta a nosotros,
nos miramos, nos dolemos, nos queremos y el silencio.
No volví a dormir de la misma manera, el huracán arrasó con todo.
Y ahora había tanta calma que el silencio me aturdía.
Un día volviste y eras la de antes, la mujer definitiva,
la del gesto con los ojos hacia un lado, la de las mentiras expuestas,
la de las peleas de almohadas, la de las poesías,
eras exactamente lo que había dejado ir. Y volviste.
Volviste, me miraste, me abrazaste, me quisiste.
Volviste como una suave brisa, y pudimos reirnos,
refrescarnos, sin reproches, sin venganzas, sin ausencias.
Pude ver después del temporal que no estoy hecho para tanto viento,
para lo inexplicable, lo virtuoso, me quedé esperando la calma
me quedé en el mismo lugar porque las tormentas
vienen a cambiarlo todo de lugar y a veces no queremos movernos.