Estaba convencido de que conocía esa sensación. Aunque no estaba seguro de saber si era miedo exactamente.
Parecía más bien incertidumbre. Esa que te agarra cuando esperás el tren y no llega. Pero no exactamente el miedo a que no llegase nunca.
Sino esa duda de imaginar que va a estar ahí en algunos minutos más y pase de largo. Dejándote a la vera del camino.
Y uno busca anticiparse, se inventa más o menos lo que va a pasar. Se ilusiona con que se termine rápido, porque así duele menos.
Ninguna ilusión duele demasiado cuando no le damos tiempo a tomar forma de historia.
Siempre fui un cobarde para estas cosas.
Hoy me dijo que los artistas tienen historias tristes y que el arte sana. Y me gustó muchísimo porque recordé a Nájera o a Darío.
Y capaz nos dure sólo un rato y ni alcancemos a conocernos. Porque después de todo solamente la vi dos veces.
Y digo dos veces porque la primera, la vi mil veces sin conocerla. Y la segunda vino a mí.
No quiero exagerar, cada uno fue hacia el otro.
Lastimosamente de su parte fue como si se acercara a una portada a ver de qué se trataba,
qué había dentro, nada más que para devolverme a la biblioteca.
Desordenado y lleno de desorden. Lo ella quizás no sabía era que yo había hecho una anticipación lectora cien veces en solo un instante.
Y por ahí, adiviné que era un poco sombría.
Que el arte le desbordaba por los ojos y que por eso no coincidía con nadie. Porque el arte no coincide nunca con su contexto epocal.
No me gusta hablar de arte.
Ni siquiera me animo a definirlo. Prefiero hablar de poesía que es un poco más de lo que conozco hace algún tiempo.
Me gusta ella (la poesía) porque cualquiera podría decir que la entiende.
Pero si ni siquiera el autor está demasiado seguro de lo que quiso sugerir al describirla,
¿cómo entonces la van a entender lo demás? Después de todo ¿no es un afán del inconsciente?
¿Con qué autoridad describen lo que otro ni siquiera dijo?
Quizás en lugar de lectores sean psicoanalistas.
En fin, lo que mi mente cree que dice es que una sensación rara me envuelve desde que la conocí.
Y prefiero descubrirla por mí mismo y no por asociación libre. Todo eso es mejor que soñarla.
Hacerla poesía es liberarla de mí.