Hoy moví la cama de lugar
y el escritorio y los sillones,
también el estante, junto a los libros,
a ver si se desarma un poco esto que soy
y repentinamente se cae todo lo que siento,
y empiezo de nuevo a llenar mi cuerpo
de otra cosa.
La almohada se siente incómoda
o quizá es el sueño el que me pesa
y no llega, se arrastra, me evade.
El colchón a pesar de estar entero
me sostiene en pedazos,
allá lejos, mis piernas acalambradas,
a cada lado me hacen guardia un par de brazos
que no recuerdo la última vez
que dieron cobijo
que abrazaron,
mi pecho ahí abierto, sin nada más que aire,
sin nada más que tiempo, ya sin recuerdos,
hace rato que ya no arde, que ya no siente,
yace bajo mi garganta que traga silencio
que a veces habla y que a veces duele.
La cama sostiene cada parte de mi cuerpo
la habitación tiene un aire pesado,
mañana pienso cambiar cada cosa de lugar
hasta que este cuarto vuelva a ser mi cuarto
y hasta que mi cuerpo vuelva a ser mi cuerpo.