Todo es un eterno blanco y negro aunque abarrotado de grises. Por más confusa que parezca esta afirmación.
A cada Góngora su Quevedo, al Darío su Machado y a todo William su Poe.
A todo libertario un socialista, a los desiertos los glaciares y al vasto universo su protón.
A los dóciles sus líderes, a los justos sus sicarios y a los dioses la Razón.
A la historia de la vida una balanza la domina. Así triunfaron los Romanos, y se levantaron bárbaros y turcos; se forjaron las leyes mas las invadió el engaño; y sucumbieron los juglares a los escribas tras los años.
Los crédulos a las mentiras y los escépticos a los claros, los vicios a los débiles y las voluntades a los sabios, el mundo que se mueve desde el cielo, quieto lo vemos en nuestro suelo.
Al final, entre todos los extremos permanecemos ofuscados, porque no se trata de quien tira más fuerte de la soga o quien logra someter a su contrario, sino de mantener el equilibrio que hace girar los engranajes de este gran artefacto. Que es la vida. Que nos es mucho más que el Hado.