Siento un leve vestigio, un asomo,
un atisbo, un rubor.
Es que escucho música y me imagino un baile, o dos, o cientos.
Quiero hacer películas, tomar fotos, pero ya no para darle al botón de "compartir".
Esto no tiene nada que ver con viejas luces. Tampoco con una nueva llamarada ardiente.
Es más bien un momento anterior al alba y hay paz.
Ese haz de luz que despinta una noche larga. Que conmueve.
Y me sonrío, siento calma, como antes, pero ahora la distingo, la puedo palpar y degustar.
Porque era feliz antes y ahora, ahora soy dos felices, ahora me tiento a carcajadas,
recuerdo esa mueca sacando la lengua y sonrío. Y ese haz de luz se hace más intenso,
pero no me encandila, porque es suave, porque es como algodón,
me recuesto sobre él y me quedo dormido.
Es casi como mecerse en una hamaca, pero no se mueve.
La sensación es agradable y divertida, y me quiero quedar ahí,
me quiero quedar en ese haz de luz y que nunca amanezca.
No necesito más luz, me sobra con esa leve sensación,
ese leve rumor, esa caricia sin tocarme, esa brisa de color naranja.